
En una pequeña escuela de la década de 1950, la Sra. González, una maestra reconocida por sus métodos educativos poco convencionales, se encontró frente a una sorpresa que desafiaría cualquier lógica. Con la intención de abordar las excusas nocturnas de sus alumnos, que alegaban que los monstruos de sus armarios les impedían hacer la tarea tras no dejarlos dormir por las noches y estar cansados, les pidió que trajeran dichos monstruos a la escuela. Para su asombro, y el de todos, los niños llegaron a clase con criaturas que eran, sorprendentemente, reales.